Hoy es día 12 de octubre, Fiesta Nacional de España, y como siempre se ha abierto el debate sobre si debemos celebrar el Descubrimiento de América, con todas sus consecuencias, o debemos agachar la cabeza avergonzados por la colonización que llegó, precisamente, con Cristóbal Colón.
El 12 de octubre de 1492, los españoles llegaron a América y se pelearon con los pueblos que residían allí, los recién llegados tratando de imponerse y los nativos queriendo no ser dominados; el mismo conflicto que la humanidad ha conocido desde tiempo inmemorial.
Por ceñirnos al territorio que hoy es España, hace 2.000 años un pueblo venido de Italia sometió a los celtíberos; allá por el 400 los godos provenientes de Alemania sometieron a los romanos; en 711 los omeyas de Siria hicieron lo propio con los visigodos... y en 1492, los pueblos venidos de España hicieron lo propio con los aztecas y los incas.
No creo que hoy día ninguna persona sensata se plantee exigirle a los italianos que nos pidan disculpas por las matanzas de Numancia, la muerte de Viriato, la imposición de calzadas romanas y acueductos, o la desaparición de la sin duda interesante cultura vaccea. La historia de la humanidad se ha desarrollado a base de batallas, asesinatos y pactos, y en 1492 se inició una nueva etapa en la que, de nuevo, unas naciones fueron sometidas por otras venidas de lejos.
No creo que ser español sea mejor que ser francés o nepalí, pero se da el caso de que yo soy español, la historia de España es parte de mi identidad y no me avergüenzan en absoluto las guerras que pudieron hacer mis compatriotas en 1492, como tampoco me avergüenza que mis antepasados omeyas se cargasen a don Rodrigo en 711, o que Escipión acabase con Numancia en los tiempos romanos.
Se da la paradoja de que el 9 de octubre se acaba de celebrar el Día de la Comunidad Valenciana, conmemorando con alegría que tal día como aquel, en 1278, el rey aragonés Jaume I entró a sangre y fuego en la ciudad de Valencia, capital de la taifa musulmana de Valencia, pasando a cuchillo a los habitantes e imponiendo lengua, cultura y religión; resulta extraño que el día 9 se aplauda la dominación aragonesa sobre los valencianos, mientras que el 12 haya que avergonzarse de la dominación española sobre los aztecas.
En cualquier caso, el 12 de octubre de 1492, España se expandió al otro lado del Atlántico, y durante los siguientes 400 años convivió con las culturas que allí existían, adaptándolas a las españolas y recibiendo a cambio un flujo importantísimo de culturas americanas. Roma enriqueció a Iberia. Al-Andalus enriqueció a la Península. España enriqueció a América. Y ellos a nosotros.
Se dice que las comparaciones son odiosas, pero en fecha tan reciente como 1860 los estadounidenses, descendientes orgullosos de los británicos, exterminaron a pueblos enteros como los navajo; por eso los americanos del norte son arios, y los del sur son mestizos. No quiero decir que los pueblos latinos deban dar gracias por no haber sido exterminados como sucedió al norte de Texas, pero debemos retener ese dato cada vez que los gobernantes demagogos, en México o el Cono Sur, le quieran echar la culpa de los males económicos que hoy en día asfixian a sus economías a la gesta de Colón o las peleas de Hernán Cortés. Si yo no llego a fin de mes, no será por culpa de Publio Cornelio Escipión.
En el siglo xv España se impuso sobre unas naciones americanas gracias a las alianzas con otras naciones americanas; si había algo peor que un castellano para un azteca, era un olmeca. Gracias a esa hermandad real, al mestizaje, miles de españoles, como mi propio abuelo, pudieron cruzar el charco cuando las cosas en la Península se pusieron feas, por el hambre o las dictaduras. Y gracias a esa hermandad, miles de latinos regresan a diario a este país, cuyos apellidos muchas veces comparten con nosotros, y nos siguen enriqueciendo con su cultura y su trabajo cotidianos.
A la fiesta colectiva de los españoles le han puesto el título descafeinado de «Día de la Fiesta Nacional», que en realidad no quiere decir nada. Para mí siempre ha sido el Día de la Hispanidad –día también del Pilar y de la Guardia Civil–, que celebro además con orgullo de formar parte de una España de mayoría integradora, respetuosa y que lucha, con éxito, por la igualdad y la libertad individuales.
Una España a la que hoy sí, en pleno siglo xxi, hay que exigirle que se oponga a los genocidios del presente y dé la cara, como en efecto hemos hecho –como ciudadanía y como Estado–, exigiendo el final de genocidios como el israelí contra los palestinos, porque ya no estamos en tiempos de los romanos, los aztecas o los godos.
Hoy es 12 de octubre; muchas felicidades, por tanto, a todos los españoles y españolas; a los que hemos nacido aquí y a los que han venido desde América, de manera voluntaria –muchos de ellos, manteniendo sus idiomas y sus costumbres precolombinas–, gracias a que tal día como hoy, hace cerca de 550 años, un grupo de españoles guiados por un genovés se arriesgaron a cruzar el océano para buscarse la vida.
Artículo de Opinión de Antonio Marcelo