23/06/2018

1000 kilómetros por Andalucía. La Gloriosa hazaña de unos exploradores aguileños

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La tropa de exploradores de Águilas, desde el momento de su fundación, se había caracterizado por haber sabido asumir los principios del Movimiento Scout. La figura de Juan Antonio Dimas a la que luego sustituirá  Severo Montalvo por su marcha a Madrid, serán los principales artífices de cumplir con los ideales de este asociación, convirtiendo a la agrupación de Águilas en todo un referente a nivel nacional por la acertada filosofía escultista que aplicaron en sus actividades, cumpliendo acertadamente con los principales ideales que la institución planteaba según las enseñanzas de Baden Powell.

La imposibilidad de mandar ningún representante, por no tener los recursos económicos suficientes, a la 4th Jamboree Scout Mundial, que se celebraba en 1933 en Gödöllő (Hungría), motivó la recuperación de una antigua idea de la agrupación de exploradores aguileña de hacer una travesía por Andalucía.  El proyecto era una aspiración que la tropa de Águilas había querido realizar desde su creación. Ya en 1917, la Escuela de Subinstructores había pensado hacer una ruta desde Guadix a Granada, a través de Sierra Nevada, pero este intento fracasó por la oposición de los padres. Volvió a retomarse otra vez en 1921, modificando y ampliando el itinerario inicial para perfeccionarlo, aunque tampoco se efectuará finalmente. Lo que sí se hizo en 1926 fue una salida de 100km (Cuevas-Huércal-Pulpí) con ese mismo espíritu, intentando compensar las expediciones malogradas. Esto no será suficiente, manteniendo el grupo intacto el propósito, pero con la asistencia en 1929 de exploradores a la Jamboree Nacional de Barcelona y de tres delegados a la 3th Jamboree Scout Mundial  en Arrove-Park (Inglaterra), y con la participación en 1930 al Campamento de Taurit (Marruecos) y en 1931 en el XVII Campamento Nacional de Castilla en Peñota (Guadarrama) este objetivo se irá aplazando, aunque no será olvidado.

Hablándose durante la celebración del día de San Jorge de 1933 sobre la Jamboree que se celebraba ese año en Gödöllő, el Jefe de Tropa Severo Montalvo comentó que era bastante probable que no pudiera estar Águilas, porque la Comisaria General había dejado de recibir la subvención que el Estado le daba. El reducido presupuesto con el que contaba la agrupación aguileña y considerando el elevado precio que suponía acudir a este evento,  con un coste de seiscientas pesetas por persona, lo hacía del todo inviable. Ante el impedimento de poder desplazarse, el instructor ofreció la posibilidad de organizar algún viaje o un campamento como término del año escultista, siempre que este fuera compatible con el estado económico de la entidad y con la asistencia al campamento de Sierra Espuña. La propuesta supondrá la recuperación del antiguo proyecto de hacer una expedición por Andalucía. 

La jefatura aceptó la iniciativa. Durante varios consejos de patrulla, Severo Montalvo, que era considerado como el mejor técnico escultista de la época, estudió el trayecto minuciosamente con los demás componentes del grupo. El recorrido en esta ocasión sería solo caminando, eliminando el uso del tren o de cualquier medio de locomoción. También se alargó la ruta pasando por Córdoba, lo que suponía una distancia de 850 kilómetros, una cifra que se quiso aumentar a 1000 kilómetros añadiendo Sierra Espuña y la vuelta a Águilas.

Para poder acometer esta difícil empresa, solicitarán los informes pertinentes a los distintos puestos de la Comandancia de la Guardia Civil que existían en las poblaciones que atravesaban, siendo facilitados diligentemente detallados y con las indicaciones precisas para establecer un riguroso cuadro de marcha.

Una vez acabado el programa definitivo de viaje, se solicitará la autorización correspondiente de la Comisaria General, siendo concedida inmediatamente por el Jefe Scout Nacional, Juan Antonio Dimas, que demostrará un enorme interés por su afecto sincero hacia la tropa de Águilas, de la que fue fundador Severo Montalvo, en ese momento era uno de los cinco comisarios generales de la directiva nacional. El puesto que ocupaba era secretario-administrador.

La documentación remitida incluía el plan general diario de la jornada, con un horario de tareas establecido y la fecha señalada de llegada a cada localidad. Una vez concedido los permisos daba comienzo una increíble hazaña de casi dos meses, donde atravesarían las provincias de Almería, Granada, Córdoba, Jaén y Murcia, sucediéndoles numerosas vivencias: Serán los primeros Scout en subir al monte Veleta en Granada, descenderán a una mina a 500 metros de profundidad en Linares. Vivirán una huelga revolucionaria en Córdoba, siendo confundidos con guardias de asalto, estando a punto de ser tiroteados. Conocerán a un eremita quien les dirá que su recorrido era incluso una penitencia mayor que la que estaba haciendo él. También les sucederán anécdotas. En  una venta pidieron olivas, diciéndoles el dependiente que no tenía porque él las conocía como aceitunas, dando esta confusión un rato de divertimento. También una mujer anciana que habló con ellos al decirle su edad le contestó que tenía casi cinco duros y dieciséis reales, una cronología que resulta bastante curiosa. Más sucesos acontecerían cuando acamparon en un campo y al día siguiente amanecieron rodeados de toros, por ser una dehesa, o cuando les dijeron en la sierra de Cazorla que no descubrieran sus cabezas por que las víboras muchas veces subían a los árboles y podían caer sobre ellas. Harán también visita a los principales monumentos de los sitios que visitaban como la Alhambra o la Mezquita de Córdoba, realizando descripciones minuciosas de carácter artístico. Para dormir iban provistos de tiendas de campaña, siendo recibidos en su estancia en Córdoba en la finca del que fuera famoso torero Machaquito. Llevarán consigo un libro de oro donde irán recogiendo  firmas, entre otras la de Matías Prats padre, entonces reportero de un pequeño diario local de Córdoba, que les escribió un soneto. Durante la travesía tendrá periodos de sol abrasador y de aguaceros, pudiendo aplicar las enseñanzas de los scout ante estas dificultades, haciendo canalizaciones para que no se inundaran las tiendas. Los distintos medios regionales, así como la prensa nacional de la época recogerá esta hazaña. También los miembros de la expedición recogerán toda esta aventura en un libro, donde recopilaron los diarios que fueron escribiendo, constituyendo toda una experiencia vital donde queda reflejada toda la filosofía Scout.

La patrulla Tigre, compuesta por: Sebastián Cerdán Martínez, Juan Fernández Morales, Juan Pedro García Ramos, Antonio Sánchez Cáceres, Manuel Hernández Infante, Alfonso Fernández Cortijos y su fiel mascota Bari regresarán a  Águilas un 25 de Julio de 1933, siendo recibidos de manera multitudinaria por las autoridades y la banda de música, finalizando una de las grandes hazañas del escultismo español que no ha sido superado hasta la fecha y que hoy ochenta y cinco años después merece ser recordada.

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