17/03/2024

Apoyo a la Guardia Civil

Compartir en Facebook Compartir en Twitter

La provincia de Cádiz, al igual que la de Galicia, por su situación geográfica y social, ha sido un caldo de cultivo para la proliferación del narcotráfico desde hace décadas, desarrollándose numerosas bandas criminales relacionadas con la idroga que han tenido una expansión inmensa en esas zonas, dando lugar a un ecosistema propio de la zona, diferente al resto de España, en la que el narcotráfico pasa a ser uno de los pilares fundamentales de una economía dañada por un paro estructural y la falta de salidas profesionales. 

Fruto de esa estructura social, surgen las grandes organizaciones de narcotráfico que, simulando a los grandes capos colombianos, se integran en los pueblos y ciudades de la zona y crean, gracias al dinero fácil, justificadores de su existencia y cooperadores necesarios para la expansión de los criminales. Como consecuencia de todo ello, las fuerzas y cuerpos de seguridad pasan, cada vez más, a estar en el punto de mira criminal y social, comenzando los ataques no sólo de los delincuentes sino de todo el entorno familiar y cercano a los criminales, y no únicamente a los miembros de los cuerpos policiales sino también a su círculo. Todo ello hace que la violencia vaya en aumento en la zona, hasta hacerse necesaria una especial implicación del estado, que hizo que en el año 2018 se instaurara un plan especial de seguridad en el campo de Gibraltar el cual, supuestamente, se mantiene hasta la actualidad, si bien, las propias organizaciones de narcotráfico reaccionaron ante esos primeros años de mayor presión policial y diseminaron la entrada de droga, siendo la costa mediterránea quien tiene la principal puerta de entrada.

Durante los últimos años se han producido multitud de atentados contra agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad por parte de narcotraficantes o su círculo de confianza, de ataques y agresiones a su persona o su entorno, produciéndose una sensación social de desprotección de los cuerpos policiales como nunca antes se había visto. Esos malos tiempos para los cuerpos policiales tuvo su culmen el 9 de febrero de este año, cuando se produjo el asesinato de dos guardias civiles en Barbate por manos de narcotraficantes. Ese día, toda España pudo observar la degradación moral de unos y la grandeza de otros. 

La degradación moral la tuvieron los criminales, que pasaron varias veces por encima de la zodiac de la Guardia Civil y que tenían como único fin matarlos mientras eran jaleados por otros que eran igual de basura que los que llevaron a cabo el hecho, desgraciados que disfrutaban viendo cómo estaban intentando matar a cuatro guardias civiles mientras se mofaban, representando la bajeza de una sociedad sin valores que estamos creando poco a poco, y que sin apenas percibirlo ha conseguido asentarse en nuestro entorno, observando como cada vez más se justifica la actividad delictiva y los ataques a las fuerzas y cuerpos de seguridad, sin dar una respuesta adecuada, dando alas y notoriedad a aquellos que atacan a los primeros en el escalafón de la seguridad, los que están a pie de calle cumpliendo las órdenes, en algunas ocasiones malas, dadas por otros desde sus oficinas. 

La grandeza la representaron los cuatro guardias civiles que tuvieron el valor de montarse en una zodiac, de unos 6 metros de eslora y unos 500 kilos de peso, para intentar sacar del puerto de Barbate a cuatro narcolanchas, de unos 14 metros y sobre los 5.000 kg cada una de ellas. Esa grandeza que hizo que cumplieran una orden a todas luces ridícula donde no se buscaba atrapar el delincuente sino asustarlo, una orden que no fue fruto de una urgencia ineludible sino fraguada y pensada, y que tenía como fin aparentar que se actuaba, pero no actuar como se debía. Pero esa grandeza hizo que los guardias cumplieran las órdenes y sabiéndose claramente desprotegidos e inferiores al contrincante llevaran a cabo las instrucciones de algún superior. 

Después nos encontramos con otros, con los que dieron las órdenes desde su oficina, los grandes mandos, los políticos, aquellos que mandaron a David a luchar contra Golliat sin unas medidas de seguridad adecuadas, con unos medios materiales insuficientes, exponiendo innecesariamente y de forma tercermundista a cuatro personas. Echaron a los leones a unas presas muy fáciles e indefensas. Sin embargo, a día de hoy no se conocen responsables, no se conocen responsabilidades, y este hecho se olvidará cuando quieran los medios de comunicación. Siguen produciéndose ataques contra este cuerpo en el campo de Gibraltar y desde el Ministerio del Interior, de quien depende funcionalmente la Guardia Civil, siempre se minimiza todo, dando escasa importancia a las continuas situaciones de riesgo de guardias civiles y familiares.

La Guardia Civil tiene una realidad complicada de gestionar en estos tiempos. Se supone que actualmente hay más guardias que en toda su existencia, habiendo según datos del Ministerio de Hacienda 81.955, y sin embargo, y esto es una realidad palpable, nunca se ha vivido una situación tan débil de la Guardia Civil en los municipios donde trabaja, siendo así por la falta de efectivos patrullando en nuestras calles. Y mañana podrá venir cualquier persona diciendo que es falso lo que digo, pero la realidad que viven los compañeros es que la falta de personal en los cuarteles hace que no puedan realizar las funciones que ellos quisieran, que no puedan patrullar debidamente, que no puedan atender a los ciudadanos con la celeridad que se necesita, que no puedan investigar cómo les gustaría, que no puedan hacer su trabajo en las condiciones que deberían tener, y que continuamente deban buscar el apoyo de la Policía Local.

Esta falta de personal puede ser por las modificaciones en las condiciones laborales, por la especialización de las unidades, por la mala planificación, pero sea por lo que sea, la realidad es que faltan medios personales en la Guardia Civil. Igualmente, los medios materiales requieren un continuo mantenimiento del que en muchas ocasiones se carece. Un ejemplo de esa falta de inversión en el mantenimiento es lo que sucedió en Barbate, ya que la zodiac del Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS) que fue a atender el servicio con los cuatro agentes, lo hizo porque las cinco embarcaciones de las que disponía el Servicio Marítimo de la Guardia Civil en la zona estaban averiadas.

A día de hoy, los máximos dirigentes de la Guardia Civil política y jerárquicamente, no han tenido ningún tipo de responsabilidad y, si bien los traficantes de la embarcación son los máximos y únicos responsables penales, se debe de clarificar lo que sucedió para responder algunos, al menos política y administrativamente, de la serie de circunstancias que se produjeron alrededor de la cadena de mando, de la carencia de medios técnicos adecuados a la actuación que se iba a llevar a cabo, y de la situación de desamparo de las fuerzas y cuerpos de seguridad que se está produciendo en todo el campo de Gibraltar. Vuelvo a reiterar que, a día de hoy, más de un mes después de lo sucedido, nadie ha asumido ni una mínima responsabilidad.

Por todo ello, por nuestra seguridad, por su seguridad, es necesario que se apueste realmente por la Guardia Civil, modernizando sus medios técnicos y personales, ampliando las patrullas en las calles y zonas rurales de nuestro país, no dándoles la espalda y dotándolos del material adecuado para llevar a cabo su trabajo de forma segura y digna, dignidad de la que carecen aquellos que no asumen su responsabilidad por la mala situación de este cuerpo como gestores del mismo.

 

Artículo de opinión - Juan Domingo Guerrero 

VOLVER A ARTÍCULOS