22/03/2020

Historia de los cines en Águilas desde su aparición como fenómeno social a principios del Siglo XX hasta la actualidad

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El cine, como medio de captación de movimiento y forma de narración, tiene unos antecedentes lejanos. Los primeros intentos de captar el movimiento y plasmarlo en una representación se remontan a las pinturas rupestres y las sombras chinescas. Del mismo modo, las primeras representaciones plásticas presentes en el arte antiguo (egipcio, sumerio, griego y romano) a través de los relieves representados en los frisos, estelas o columnas, también tendrían esa misma intención. En el siglo V a.C. Aristóteles describe el fenómeno de la cámara estenopeica indicando que cuando la luz penetra en una caja cerrada a través de un pequeño orificio en una de sus paredes forman una imagen en la pared opuesta que aumenta al aumentar la distancia entre ambas. No fue hasta el siglo X que el matemático y astrónomo persa Ibn al-Hayṯam (965-1040) pudo explicar el fenómeno diseñando la primera cámara oscura con la que se pudieron observar los eclipses sin peligro de quemarse los ojos. Leonardo da Vinci, a finales del siglo XV, descubrió que la imagen se veía invertida por la intersección de los rayos, en tanto que la luz, por una ley física, siempre viaja en línea recta. También fue quien señaló su utilidad para observar fenómenos exteriores y no sólo en astronomía. A la vez, fue quien relacionó la cámara oscura con el funcionamiento del ojo humano. Con la llegada del Renacimiento, los artistas comenzaron a preocuparse por la perspectiva de sus cuadros. La cámara ve como el ojo humano, en perspectiva, y por eso era una buena herramienta: les permitía calcar la realidad con una perspectiva siempre correcta y real. Durante los siglos XVII y XVIII y hasta la llegada de la fotografía, multitud de artistas y pintores paisajistas utilizaron la cámara oscura para pintar sus cuadros. Habrá que esperar hasta la aparición de la fotografía para que puedan fijarse las imágenes.

Con el progreso de la posterior revolución científica, el jesuita alemán Athanasius Kircher inventó, en el Siglo XVII, la linterna mágica (1640), un aparato que permitía mostrar el movimiento, lo que resultaba inédito. Esta tendrá enorme popularidad entre las clases acomodadas y cómicos ambulantes hasta el Siglo XIX. La linterna mágica se basaba en la cámara oscura, pero funcionaba a la inversa al proyectar las imágenes al exterior por medio de un espejo cóncavo en su parte trasera, donde llegaba la fuente de luz que al reflejarse se dirigía a un objetivo con unas lentes en la parte delantera. Entre ambos había en un soporte corredizo una serie de placas de vidrio ilustradas y pintadas con colores vivos, actuando como unas diapositivas. Las imágenes se iluminaban con una lámpara de aceite, saliendo el humo por una chimenea decorativa.  En el siglo XVIII, basándose en ilusiones ópticas, aparecen los panoramas de Robert Baker (1788), donde el espectador que se situaba dentro de una plataforma que se movía entorno a un cuadro obtenía una visión panorámica de trescientos sesentas grados, resultando muy populares y los dioramas de Philippe-Jacques usados en el teatro (1781), que eran grandes murales  tridimensionales logrados con telas traslucidas opacas mediante una iluminación adecuada que producía diversas perspectivas que creaban relieves. Igualmente, en el Siglo XIX aparecen otros elementos lúdicos percusores del cine, al dotar de movimiento las imágenes estáticas con secuencias animadas de dibujos. Entre los principales deben nombrarse: El Taumatropo (1824): un círculo o rectángulo de cartón dibujado por ambas caras y sujeto a los extremos por dos hilos que si se hacen girar rápidamente dan la impresión de una tercera por el efecto phi. El Fenaquitoscopio (1832): disco giratorio de cartón con una serie de ranuras con dibujos, que al hacerse girar a gran velocidad dan sensación de movimiento de una secuencia continua. El Zootropo (1834) Inspirado en el anterior. Los dibujos se situaban en bandas longitudinales dentro de un tambor, creando la sensación de que había un movimiento continuo. El Praxinosopio (1877): fue construido perfeccionando el zoótropo, colocándose espejos que reflejaban las imágenes de la banda, dándose con esto una sensación de movimiento menos repentino más natural.  Los principios técnicos que usaban estos dispositivos serán empleados en el posterior proceso cinematográfico al cambiar en el obturador los dibujos por fotografías, con lo que se conseguía que una secuencia repetitiva se convierta en una historia basada en múltiples y diferentes acciones. En este sentido, el Teatro óptico (1888) de Emile Reynaud será un pionero porque, a diferencia de los anteriores, producía imágenes animadas con escenas reales de movimiento no limitándose a una repetición continuada.

Para que esto fuera posible, haría falta primero una seria de componentes. Louis Daguerre inventó el Daguerrotipo (1837) con el que se perfeccionaba la técnica impresión de imágenes en una placa fotosensible. Wiliam Folx Talbot desarrollará el Calotipo (1841), siendo el primer sistema de fotografía en negativo, lo que permitía hacer copias de la imagen. Entienne Jules Marey fabrico el Cronofotógrafo o Fusil fotográfico (1882), que permitía realizar una gran cantidad de fotografías a una velocidad alta en poco tiempo, siendo un proceso que usarán las cámaras. En 1887 empezó a utilizarse el Celuloide como película fotográfica. La flexibilidad de este material permitirá desarrollar largos rollos de películas que serán esenciales para grabar imágenes en movimiento. Una vez obtenidos estos avances, pudo desarrollarse el Kinestocopio (1891), patentando por Edison, que permitía ver imágenes reales continuas en movimiento en un disco. Era de carácter individual, viéndose por un ocular. Los hermanos Louis y Auguste Lumiere, que pudieron verlo en una sala recreativa, comprendieron sus posibilidades ante un público, creando el Cinematógrafo (1895). La primera proyección con imágenes tendría lugar en el Salón Indio del Gran Café del Boulevard de los Capuchinos de Paris. Los Lumiere, además de escenas de la vida cotidiana como “La salida de obreros de la fábrica Lumiere”, hicieron pequeñas historias con argumento como “El regador regador” que puede considerarse como la primera película. En 1896 Rowert William Paul, inventó el Animatógrafo, que tenía una película de 35 mm, estableciéndose una competencia comercial entre ambas casas de la que saldrá perdedora. El ilusionista George Melies comprará uno de estos filmando las primeras cintas de larga duración con efectos y contenido narrativo. En Madrid, las primeras proyecciones de este aparato serían en el circo Parish, instalado en la Plaza del Rey el 11 de mayo de 1896, dos días antes del pase del cinematógrafo. Igualmente, en Barcelona se usará esta máquina en junio de este mismo año. En un principio, tendrá más repercusión en España que su competidor, hasta que se impondrá el cinematógrafo Lumiere. Para la región de Murcia ocurrirá lo mismo, dándose las primeras sesiones en la capital en el mes de agosto de 1896 en un local de la calle Trapería. En noviembre, el Kinematógrafo se presentará en el Teatro Romea y el cinematógrafo en diciembre en el Teatro Circo Villar, con importante acogida. Las siguientes poblaciones donde llegará este invento serán Moratalla y Calasparra (1897). El cinematógrafo lo vemos a ciudades principales como Cartagena y Mula posteriormente (1898). Habrá, por la guerra de Cuba, una demora a otros puntos como Lorca (1899). Iniciado el siglo XX empieza en los destinos de veraneo como Los Alcázares (1900), siendo este periodo cuando comienza la industria del séptimo arte su desarrollo de manos de dos empresarios: Charles Pathé y Léon Gaumont. Dentro de este proceso se produce la llegada a Águilas de una manera particular. Pedro López Sánchez requirió licencia para establecer un cinematógrafo en una vivienda de la Glorieta para la temporada de baños. No será en barracones o teatros, como ocurrió en otras poblaciones, siendo en un local. En aquel momento no se disponía de electricidad en el pueblo, por lo que el consistorio lo aprobó con la condición de que parte de la energía utilizada fuera destinada para la iluminación de la Plaza de España.

Acta Municipal 25/5/1901

Se dio cuenta de otro escrito que dirige al ayuntamiento Don Pedro López Sánchez, solicitando licencia para establecer un Cinematógrafo en la casa número ocho de la Plaza de la Constitución, y para tender los cables eléctricos precisos, por medio de postes o soportes, entre el punto fijado y la máquina motor, que tiene instalada en la calle de Castelar, con destino a la fabricación de harinas. El Ayuntamiento, accediendo a lo solicitado, encargó a la Comisión permanente de festejos el otorgamiento de esta concesión, con carácter permanente provisional, y en la garantía de que las corrientes que se establezcan no ocasionen perjuicio alguno al libre tránsito de personas y carruajes, comprometiendo a la vez al concesionario a que, como arbitrio Municipal a esta concesión, establezca un sistema provisional de alumbrado eléctrico en la Plaza de la Constitución, por el tiempo en que dure la instalación.

La asistencia será numerosa habiendo tenido una amplia aceptación de público.

 

Heraldo de Murcia 22/8/1901

“Cada día se ve más concurrido el cinematógrafo que hay en esta, propiedad de mi cariñoso amigo D. Pedro López, debido a la constante variación que hay de cintas todas a cuál más bonita.

La cinta que representa «Aladino o la Lámpara, maravillosa» que tiene 9 minutos de duración no puede dejar de fulgurar todas las noches, por petición hecha del público”

El siguiente espacio donde habrá cinematógrafo será el Teatro Lanuza, en la calle Cassola, donde en el verano (1902), entre los distintos espectáculos, hubo “exhibiciones de fonógrafos, cinematógrafos, cuadros disolventes. La iniciativa será seguida el año siguiente (1903) en el Balneario España por el empresario José María Marín Albadalejo, para entretenimiento de los veraneantes que visitaban la población. Igualmente, Joaquín López Morales, por su aceptación, pondrá otro en noviembre en un comercio de la calle Floridablanca, que funcionará durante tres años con respuesta positivas por parte del público, siendo el más importante de la localidad hasta la inauguración del Teatro España, aunque en un principio presentaba demasiadas oscilaciones. Esto motivó que, en el Teatro Circo, en la Huerta, se pusiera otro gestionado por Francisco Cámara (1904) que no tenía este problema de distorsión de la imagen, aunque no tendrá mucha duración, quedando solo el de Joaquín López.

No tardará en abrirse, por la demanda, el primero de los barracones ambulantes (1905), como los que se montaban en las ferias, que fue instalado por los Hermanos Pradera de Valladolid, frente al Balneario, en la actual Plaza del Roció. La capacidad que tenía era de quinientas butacas, con un majestuoso órgano que ocupaba toda la fachada y el vestíbulo, adornado esmeradamente con luces. Las películas mudas se hacían con acompañamiento de música selecta o de opereta. Este mismo espacio será aprovechado ese verano para la instalación de otro pabellón ambulante de Francisco Cámara, que contaba con su propio motor eléctrico. Por otro lado, el Balneario España hará lo propio usando su nuevo teatro (1905) como cine, desde noviembre, con una maquina traída desde Barcelona, dando sesiones los jueves, sábados y domingos. Destacaba la figura del intérprete, situado en el pasillo central, que con un puntero señalando comentaba las distintas escenas respondiendo a preguntas del público sobre la trama. Habrá otro cine temporal que pondrá Juan Jiménez Garriga, en un barracón del Placetón, que funcionó de abril a agosto de 1907 para exhibición de películas y espectáculos y que tendrá la denominación de Cine España.  

El Teatro España, que venía usándose como sala de proyecciones, inauguró el cine Venecia (1908), gestionado por Saturnino Moreno, que será el primero con sonido, combinando la imagen con un gramófono. Del mismo modo, en el Placetón se pondrá el Cine “Pathe” y Joaquín López Morales abrirá de nuevo su sala, habiendo así tres este verano. Estos dos últimos serán principalmente salones de varietés para actuar números de cupletistas que entonces estaban de moda. De todos estos, el del Teatro Balneario será el que continúe hasta final de década. La medida del Gobierno sobre seguridad en este tipo de locales acabará definitivamente con cines ambulantes. La siguiente década se abrirá el primer cine de verano de la comarca por la empresa del Balneario, que arrendará un solar de la Glorieta propiedad de Bartolo Muñoz y Agustín Muñoz (1911). Poco después aparece el recordado Salón Ideal (1912) de Antonio Torrecillas, que contará con un aparato Pathe último modelo. Este edificio contaba con platea, piso superior y palcos, siendo una joya arquitectónica para la época. Las butacas eran de madera. El Salón Aguileño (1914), antiguo Teatro Romero que era sede de la Banda de Música, se unirá a la oferta ofreciendo durante dos años proyecciones amenizadas por sus componentes, siendo la recaudación a beneficio de la misma. Igualmente, el Nuevo Teatro Reina Victoria Eugenia, realizado sobre el antiguo España tras el aparatoso incendio que lo destruyó, contara con otro cine (1916). La apertura de este supondrá el final del Salón Aguileño que quedará como teatro. En el periodo de la primera guerra Mundial, el Club Británico pondrá películas propagandísticas (1917) favorables a la causa de los aliados. El Salón Ideal será testigo de la peor tragedia ocurrida en un espectáculo en Águilas, por motivo de una falsa alarma de incendio (1917). Los asistentes huirán precipitadamente, produciendo una avalancha donde habrá dos muertos y numerosos heridos contusionados al ser pisoteados. En estos años, coincidiendo con el apogeo minero, hubo un cine en la Cuesta de Gos que pusieron los ingenieros ingleses entre 1912-1918 para sus trabajadores y que contaba con la maquinaria más moderna de la época, usando la pared de un almacén como pantalla.

En los años veinte, los cines que habrá serán el Salón Ideal donde después de la función, durante la madrugada, se ponían las famosas películas eróticas de desnudos que llamaban “Las Cuartas” y el del Balneario Reina Victoria que desaparece poco después. El sonoro llegará con la nueva década, siendo la primera película emitida “Ladrón de Amor” del tenor mejicano José Mojica (1931) en el Salón Ideal, que irá alternando películas de sonido con mudas. El Balneario La Giralda tendrá un cine con mucha actividad en los años de la República, al quitarse el del Reina Victoria. Este tenía un amplio salón con platea y butacas. La fachada tenía una cabina de proyección y en la entrada a ambos lados una taquilla. Durante esta época funcionó también el cine de verano Cañizares, en la actual Plaza de Robles Vives (1931), llamado así porque estaba cercado de Cañizos. En este se presentó la película “El Guerrillero” de José Buchs, protagonizada por el actor aguileño Antonio Aullón, resultando un acontecimiento, por lo que tendrá que reponerse varias noches por demanda del público. Para la época estival se instaló una Plaza de Toros portátil de madera (1935), en la actual Plaza de Antonio Cortijos, que además de para novilladas se usó como cine de verano. El año siguiente (1936), por la asistencia que había tenido, se puso otra Plaza de Toros, en la actual Plaza de Alfonso Escámez, que también hacia proyecciones cinematográficas, siendo esta su principal actividad. Funcionó durante dos años. En este se exhibieron películas rusas como “Los Marinos de Rostock” y el “Acorazado Potemkin”. Hubieron también varios tipos de actos políticos. Igualmente, en la Plaza de Robles de Vives abrió el Cinema Popular (1936) de Manuel Arranz y Máximo Jiménez. Igual que el anterior, estará hasta los primeros bombardeos de la población (1938).

Una vez terminada la guerra, el cine que seguirá será el Salón Ideal, conocido como Cinema Ideal. La década de los años cuarenta funcionó el Cine España, donde está el actual edificio Madrid, que era al aire libre. En este espacio antes había un almacén de carbones. Tenía graderío general y butacas. Los operarios de cabina eran José Espinosa, Antonio Muñoz “El Perula” y Gaspar Peña, que también estaban en el Cinema Ideal. Fue el primer cine de Águilas en el que se proyectó una película de color titulada “Las aventuras del barón de Munchausen “de la firma alemana UFA. Después de varios años se volverá a colocar una Plaza de Toros donde estaba el Gran Cinema Plaza de Toros (1947), en la actual Plaza de Antonio Cortijos, activo hasta 1958. Las butacas que tenía eran de anea. El Cinema Ideal estrenará el cinemascope y la pantalla panorámica (1956) con la película “la Túnica Sagrada”, para lo que realizaron mejoras en el sonido colocando unos altavoces en el centro del techo y bajo el suelo de madera del patio butacas, de manera que el sonido envolviese toda la sala. Esto provocó un enorme susto, pues nadie sabía de donde procedía el sonido con ese estruendo ni se estaba acostumbrado a una perfección que daba sensación de realidad. El Cinema Ideal desprendía un fuerte olor a zotal, usado para desinfectar la sala donde era frecuente la transmisión de piojos. Las películas que ponía se anunciaban con carteles en el edificio de Falange, teniendo previamente que ser aprobados por la censura política impuesta por las autoridades. Después estaba la censura religiosa, que hacia un control mediante un sistema que se anunciaban en el portal de la iglesia de San José. No podían asistir los jóvenes a películas catalogadas como de color rojo, por ser éstas consideradas como subidas de tono o incluso peligrosas para la moral católica. Las que se permitían ver eran las de color blanco y rosa, aunque estas últimas con reparos. Por supuesto, las religiosas o patrióticas del régimen no tenían inconvenientes. La década de los cincuenta, después de quitarse la Plaza de Toros, aparece el popular Gran Cinema (1958), conocido como “El Pijama” o “La Jarapa” por la pintura que cubría a rayas su fachada. Estaba en el Hogar del Pensionista o Tercera Edad, frente a la Plaza de Alfonso Escámez. Con este se inicia el periodo de las grandes salas de cine en Águilas. El local era amplio, contando un gran patio de butacas y platea de madera a precios económicos. Las instalaciones se completaban con un restaurante regentado por Diego Ruano y un hotel.  Era un cine de verano. La inauguración tuvo lugar el día de San Pedro con la película “Trapecio” de Burt Lancaster, Tony Curtis, Gina Lollobrígida y Katy Jurado. Poco después se abre otro de los cines que han marcado una generación, el Cine Capri (1959), donde antes había un almacén de espartos. Era también de verano en un principio, haciéndose posteriormente una sala cubierta (1966), siendo las dos de general y butacas. En este cine se estrenó la película “Phicosis” de Alfred Hitchcock (1960). Una de las estampas características relacionadas con este cine era cuando en verano los vecinos de los pisos cercanos desde sus balcones cenaban mientras podían ver las películas. El encargado de proyectar en cabina era Juan Bautista Simón “El Troneras”, que también estaba en el Gran Cinema. La pedanía de Cope tendrá también su propio cine (1959), propiedad de Asensio Martinez y Josefa Muñoz. Este en un principio era descubierto, techándose en 1965. Se pasaban películas los sábados, domingos y festivos a partir de las diez de la noche, cuando la gente habia terminado sus faenas del campo. La capacidad que tenía era de 200 personas, pero entraban todos los que iban, aunque estuvieran sentados uno encima de otro. El cine de Cope funcionó hasta 1971. En los años sesenta empezó a funcionar el Cine Camel, en Acción Católica. Lo fundó la iglesia como complemento parroquial. Las películas se ponían después de la catequesis, los fines de semana. En un principio era para socios, ampliándose posteriormente al público en general. Emitían películas en régimen de Cine Club. Permaneció hasta finales de los setenta con la democracia. En este cine se hicieron los primeros Cine Fórum de Águilas. La última de las grandes salas en abrirse, donde había antes una fábrica de varita, fue el Cine Calablanca (1965), en el Placetón, con la película “Pasión Sobre hielo”, siendo inaugurado por el coadjutor de la parroquia de San José Ginés González Hernández. Sólo tenía patio de butacas, disponiendo de mil seiscientos asientos. El maquinista de cabina era Juan Prieto. La competencia de estos años hizo que el Cine Capri regalara un melón o el Gran Cinema la entrada del acompañante.

En los años sesenta, los domingos eran un día habitual para ir al cine. Por la mañana, a las doce, había sesión matinal en el Calablanca y por la tarde, a las cinco, en el Capri doble sesión. Con la transición, el Cine Calablanca fue pionero en la emisión de películas eróticas. De manera paulatina irán despareciendo las distintas salas del pueblo.  El Cinema Ideal cerrará (1975) y el Gran Cinema y Calablanca a mediados de los años ochenta, cuando empieza la proliferación de Video Clubs, por no ser rentables. El Cine Capri permanecerá hasta finales de los noventa, donde cambian los hábitos de ocio con las discotecas y los videojuegos, siendo el final de una época. Habrá que destacar el retraso que tenían las películas con respecto otras ciudades. Durante unos años, Águilas no contará con cine, siendo muchos los que iban a Lorca para verlo. La construcción de los Multicines el Hornillo (2001) con siete salas, hizo que Águilas dispusiera de unas modernas instalaciones y los últimos estrenos cinematográficos. Fueron inaugurados, como padrinos de Honor, por Paco Rabal y Asunción Balaguer. Hubo cierta polémica con los vecinos que se opondrán en un principio, porque en el aquel espacio había un parque. No puede terminarse sin señalar cómo desde los años ochenta funcionó el Cine Club de Águilas Francisco Rabal, primero en el Huerto don Jorge (1982) con proyector de 16 mm y después en la Casa de Cultura (1991) con un aparato de 35 mm y 250 butacas; pero hubo problemas por poner películas comerciales de actualidad como “Independence Day” (1996) de Will Smith que no eran de su competencia, siendo denunciado por el Cine Capri. El Casino, después de esto continuara con estas proyecciones un breve periodo para sus socios sin cobrar entrada. La Casa de Cultura volvió tras varios años como Cineclub (2015) visionando una película mensual en versión original, ampliándose posteriormente (2017) a una semanal los jueves, con una completa programación. Igualmente, indicar que el Ayuntamiento en los años ochenta, durante cinco años (1984-1988) y en las últimas legislaturas desde 2017 ha ofrecido cine en la calle por distintos barrios y pedanías, acercándolo al ciudadano. Una iniciativa que también realiza la Asociación Milana Bonita en recuerdo a Paco Rabal desde su creación (2002), recuperando así la estampa tradicional de los cines de verano con los bocadillos en familia, teniendo esto una enorme aceptación por parte de la población.

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