19/03/2018

La Primera Guerra Mundial en Águilas: Una población con una posición definida

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La Primera Guerra Mundial estalló el 28 de julio de 1914. Desde un primer momento, el Gobierno presidido por el conservador Eduardo Dato se apresuró a manifestar la neutralidad de España. Una postura que se hacía oficial cuando la Gaceta de Madrid publicaba el 30 de Julio una Real Orden anunciando « Existente, por desgracia, el estado de guerra entre Austria, Hungría y Serbia, según comunico por telégrafo  el embajador de España en Viena, el Gobierno de Su Majestad se cree deber de ordenar la más estricta neutralidad a los súbditos españoles con arreglo a las leyes vigentes y a los principios del Derecho Público Internacional.  Dicha decisión se sostenía en el plan de Alfonso XIII de convertirse en el mediador de la paz y sacar por sus servicios réditos para un país que hacía mucho que había dejado de ser clave dentro de Europa. No habrá fisuras en la clase política respecto a la intervención. Republicanos y socialistas que defendían en las Cortes acabar con el conflicto del Protectorado de Marruecos, difícilmente podrían defender otra pastura que no fuera la neutralidad. Por otro lado, los dos grandes partidos monárquicos (Conservador y Liberal) inmersos en una crisis interna, no solo veían la imposibilidad material de participar en la contienda, si no que temían que pudiera desencadenarse un proceso político de consecuencias imprevisibles.  De esta manera, las principales fuerzas del país mantuvieron un acuerdo básico respecto a la posición que debía mantener el Gobierno en relación con la Gran Guerra, que incluirá evitar cualquier discusión parlamentaria que tratara la postura que España estaba adoptando. Los que lo intentaban eran inmediatamente censurados, siendo además calificados por el resto de antipatriotas.

La opinión política española se dividió ante esta guerra, acentuando el enfrentamiento entre las derechas («germanófilos» que veían en Alemania y en Austria-Hungría los representantes del orden y de la autoridad) y las izquierdas («aliadófilos», que veían en Gran Bretaña y en Francia, «el derecho, la libertad, la razón y el proceso contra la barbarie). Las principales voces germanófilas del país eran las del clero, el ejército, la aristocracia, las élites terratenientes, la alta burguesía, la corte, los carlistas y los mauristas. En realidad eran más anti franceses y antibritánicos que pro alemanes. Por el contrario, los partidarios de los aliados eran los regionalistas, los republicanos, los socialistas, los profesionales de clase media y los intelectuales, que vieron en la guerra un instrumento para forzar en España una transición hacia una verdadera democracia, de la que parecía apartarse definitivamente. La guerra era para este sector la ocasión para producir una revolución política. Neutrales también habrá, como el escritor Eugenio D’Ors, para quien la Primera Guerra Mundial fue una guerra civil entre europeos. Pero fueron una inmensa minoría, y siempre se les acusó de estar sirviendo encubiertamente a los intereses de Alemania. También las figuras más destacadas del panorama político se apresuraron a declarar sus preferencias. Eduardo Dato mantuvo una postura prudentemente neutral, mientras que el rey Alfonso XIII manifestó claramente sus simpatías por la causa aliada por cuestiones económicas aunque veía en la disciplina y la industrialización alemana un modelo a imitar. El Conde de Romanones, elegido presidente del Gobierno durante la guerra, romperá la posición de equilibrio que mantuvo su antecesor, decantándose por los aliados durante su mandato. Los políticos Antonio Maura, Alejandro Lerroux y Manuel Azaña se mostraron también favorables hacia el bando francés y británico. Dentro de los germanófilos, su figura más destacada fue la del carlista Juan Vázquez de Mella. Mención aparte merece la postura mantenida por el ejército, en su seno apenas hubo debate. Los mandos y la oficialidad admiraban la disciplina-eficacia marcial de las tropas prusianas. No obstante, nuestras fuerzas armadas no estaban preparadas ni disponían del material adecuado para la participación en una guerra moderna como la que se estaba desarrollando en los campos de batalla europeos. Al mismo tiempo, la inestabilidad y tensión permanente del Protectorado español en Marruecos también hará desaconsejable una intervención militar a favor de alemanes o aliados que pusiese en peligro nuestra presencia en el norte de África, habiéndose hecho así inviable en todo caso cualquier tentativa que se hubiera planteado. La prensa española, financiada por las potencias extranjeras, se inundará de manifiestos impulsando círculos de opinión partidistas que rompían con la teórica neutralidad del país. 

Los debates también se dieron entre la población, dividiéndose en dos bandos que creaban acalorados debates que polarizaron la sociedad. Pio Baroja apuntaba como "Desde que comenzó el conflicto europeo, el pueblo español, como la mayoría de los pueblos neutrales, está en plena guerra civil”. Águilas no quedara al margen de estas disputas con animadas tertulias en los centros de recreo de la época.  La importancia que aquí tenía la colonia británica hacia que los aliados tuvieran más simpatías, destacándose la figura del cónsul británico Thomas Naftel que desarrollara una activa campaña propagandística entre la ciudadanía. El Club Británico de Águilas, creado durante la contienda con este objetivo, realizará sesiones cinematográficas para conseguir una opinión proclive con esta causa.

Vida Aguileña 11/6/1917

Club Británico- Gracias a la creación de esta sociedad, pudimos asistir el pasado viernes 8 a la exhibición de las emocionantes películas de la Guerra Europea.

Numeroso fue el público congregado en el Salón Ideal, la noche del viernes, lo cual demuestra, la buena acogida que en esta ha tenido la creación de esa sociedad cuyo principal objetivo es el de que sus socios puedan conocer, con mucha aproximación, la grandeza del drama que allende los Pirineos se desarrolla.

Todas cuantas películas se proyectaron fueron otras tantas manifestaciones de la gran importancia que el ejército británico tiene en la actual contienda, pues no hay que olvidar aquellos miles de soldados que desfilaron ante nuestra vista, para poder apreciar que en el triunfo de los aliados gran parte le corresponde a los hijos de la Albión.

El ex catedrático aguileño Francisco Félix Montiel  (1905-2008) nos aporta en sus memorias una valiosa información para conocer del ambiente que teníamos en la localidad “Los ingleses llenaron el pueblo de propaganda bélica, y de negocios relacionados con la guerra. Puedo mencionar como estampa de este tiempo, que los jueves por la noche había funciones de cine organizadas por una sociedad británica, en las que se proyectaban reportajes de batallas  y exhibiciones de poderío militar, sobre todo naval, particularmente atractivo para un público marinero como el nuestro. Eran grandes veladas muy concurridas en las se creaba un ambiente favorable a la causa aliada.  Yo estudiaba violín con una profesora sumamente simpática y de gran sensibilidad, hija del vicecónsul, Mr Naftel ; y recuerdo que en mis clases de música me proveían de material de propaganda que yo repartía inocentemente entre los amigos, una acción que a mis seis o siete años me hacía pasar por un involuntario agente de Londres  (..) 

Las potencias del Eje tendrán entre sus partidarios al entonces alcalde Bartolo Muñoz (1914-1915), al empresario Antonio Marín, que será nombrado vicecónsul Alemán, poniendo el escudo y la bandera de este país en la fachada de su casa en la calle Conde de Aranda, a Antonio Ruiz “ El obispo”, que por su inclinación puso a un hijo el nombre de Guillermo como el Káiser o a Pablo Pérez miembro de la iglesia evangélica que desde su posición no tendrá reparo en hacer continuas acusaciones contra el pastor ingles Robert Simpson.

Indicar que el diario local de este periodo, llamado “Vida Aguileña”, mantendrá una línea editorial en sus páginas netamente pacifista, aunque decantándose por los países aliados.    

El comienzo de la guerra submarina por parte de los alemanes reforzará el sentimiento que había en la población proclive a la colación aliada, especialmente cuando desembarque en el puerto los tripulantes de dos embarcaciones que habían sido hundidas cerca de Mallorca.

Liberal 9/8/1916

                               Hazañas de los submarinos

Acaba de fondear en este puerto el vapor dinamarques  Daisy conduciendo 53 tripulantes pertenecientes a los vapores ingIeses Trident y Nowburn, que navegando de Inglaterra a Italia con 5000 toneladas de carbón cada uno, fueran torpedeados y hundidos por u submarino en aguas de Palma de Mallorca y Barcelona.

Dicen que ignoran la nacionalidad del submarino por carecer de  bandera ni insignia alguna.

Ampliare datos

                                         Los marinos desembarcan

Las  tripulaciones de los vapores hundidos han desembarcado, acudiendo al puerto gran gentío para presenciar su desembarco.

Los marinos muéstrense algo reservados en relatar el suceso alegando que no lo quieren hacer hasta prestar declaración ante su cónsul.

Alguno de ellos, menos reservado, cuentan el torpedeamiento de la manera siguiente:

El lunes último, a las ocho de la mañana, apareció un submarino cuando ambos barcos comunicaban por radiogramas a poca distancia uno de otro en igual dirección y siguiéndoles muy próximo navegaba un vapor noruego y a la vista también navegaba en igual dirección un crucero de la marina de guerra francesa protegiendo un barco mercante francés.

El submarino disparó tres cañonazos para que se detuviera, dándoles seguidamente  orden de abandonar los barcos y embarcar en los botes. Unos minutos después el submarino lanzaba dos torpedos y los dos vapores desaparecieron rápidamente bajo las aguas. Cuando el crucero francés percibió los tres cañonazos primeros, forzó la marcha para apresar en submarino

Los tripulantes que hacen  este relato ignoran si el buque de guerra francés consiguió su propósito, pues tanto el crucero como el submarino desaparecieron de vista.

Los vapores mercantes noruego y francés que seguían en la marcha a los barcos ingleses cuando vieron hundirse a estos, se dieron a la huida. Los náufragos estuvieron durante tres horas a merced de las olas, hasta que acertó a pasar el vapor dinamarques “Daily” que les ha traído a este puerto.

Agregan que el submarino enarbolaba bandera alemana, pero que por su forma de construcción parecía austriaco.

El vapor “Trident” y el “Newburn”, hundidos por el submarino desplazaban 5400 y 6000 toneladas respectivamente, ambos de matrícula de Newcastle en Tyne.

La tétrica silueta negra de estas naves se verá emerger más de una vez en la línea del horizonte de Águilas, lo que causará pavor  en el tranquilo vecindario aguileño. El riesgo de esta presencia en el trafico marítimo hizo que este se viera afectado al reducirse, lo que tendrá una repercusión económica negativa sobre la localidad, por convertirse en objetivo militar los barcos que venían a cargar mineral por usarse en material bélico.

El armisticio del final de la guerra, firmado el 11 de noviembre de 1918, acabará con un enfrentamiento que desangraba el continente. Los dos bandos contendientes hablaron de que esta guerra acabaría con todas las demás, algo que no fue posible, teniendo en cuenta que se asentó sobre las bases humillantes que contenía el Tratado de Paris (1919). No cabe duda de que en este conflicto, del cual estamos celebrando el centenario de su término, no quedara el pueblo de Águilas al margen, por los acontecimientos ocurridos.

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