13/05/2018

La simbología oculta de La Pava de la Balsa: Un enclave mágico en el centro de Águilas

Compartir en Facebook Compartir en Twitter

No cabe duda de que entre todos nuestros monumentos “La pava de la balsa” es uno de los más populares de nuestro pueblo. La figura se instaló a finales del Siglo XIX, durante el mandato de Don Eladio Calero Sánchez (1895-1897), con motivo de adornar la parte central del jardín de la Glorieta que se había puesto para decorar la plaza al haberse remodelado. Una interesante noticia que recoge la prensa regional nos resuelve las principales dudas que desde siempre los aguileños nos hemos preguntado acerca de esta escultura.

 Las Provincias de Levante 13/8/1895

En la fuente de la Glorieta va á colocarse un bonito surtidor, que representa un cisne, el que acaba de llegar de Madrid

Haciendo un análisis de este apunte del corresponsal pueden sacarse varias conclusiones: Los aguileños desde siempre hemos  dicho a nivel coloquial la expresión “Tienes más años que la pava de la balsa”. La fecha del periódico indica con precisión cuando se puso la pieza. El lugar donde se encargo fue Madrid, lo que está relacionado con el animal que representa que como se dice es un cisne. La capital tenía la denominada como la fuente del cisne en la Plaza Santa Ana, frente al Teatro Español, que era obra del escultor José Tomás (1795-1848). Lo que se hizo fue tomarla como modelo por ser un parque similar al jardín de la Glorieta. No prosperara en absoluto aquí este nombre. El humor propio de los aguileños hará que se le conozca como “la pava de la balsa”, frente a los señoritos del pueblo que lo conocían como el pato de la fuente, optándose a nivel popular por el término de pava como burla.

Por el cariño que se le tiene, cuando se inauguró la Plaza ciudad de Águilas en el municipio de Moncada y Reixach (Barcelona), se encargó hacer una réplica, porque los aguileños que allí residen lo consideraban como uno de los iconos más representativos de nuestro pueblo. 

Habría dos fuentes similares. Una en Jaén, en la Plaza de Santa Luisa de Marillac, siendo conocida como “fuente del Pato” que fue construida en una fundición de Sevilla, en 1892, por encargo del alcalde José del Prado y la otra en Almodóvar del Campo (Ciudad Real), que es llamada la “fuente de la oca o del cisne”, que está ubicada en el Jardín Municipal.

El conjunto de la obra lo forma una culebra que trata de morder el cuello de un cisne para matarlo, obligando al ave a estirar su  largo cuello, al tiempo que levanta el ala derecha, en un movimiento asustado, abriendo  el pico por donde sale el surtidor de agua.

La creación, que parece representar la lucha entre el bien y el mal, podría tener una interpretación más   esotérica. Habría una dualidad: el cisne encarna un ave solar, símbolo de la vida y la verdad, mientras la serpiente está relacionada con la luna, la noche y lo invisible. Por lo tanto, podría estar indicándonos el conocimiento oculto. La imagen sería una alegoría al dulce canto del cisne, que según cuenta la tradición emite antes de morir, pareciendo esconder un misterio que quiere compartir para que no desaparezca. Por eso el ave, sabedora del triste destino que le depara, no muestra ninguna huida, si no que alza todo lo posible su cuello para que nada le impida que cumpla con su cometido, intentando que comprendamos que es lo que quiere revelar. Uno de los aspectos que nos muestra es la resurrección plasmada en el huevo de la vida, que nos hace renacer. Las calles convergen en un círculo donde está la escultura, que encierra la efigie en un cascarón protector donde se encuentra la sabiduría. Habría que romperlo para poder acceder a todos sus secretos, haciéndonos libres. El símbolo que se representa tiene una naturaleza esotérica, identificable con la masonería. Indicar en este sentido, que sería una lucha entre el conocimiento (serpiente) contra todas aquellas fuerzas que pretenden ocultarlo (cisne). La asimilación de nuestro monumento con esta organización no parece ilógico. Durante el último cuarto del Siglo XIX, en Águilas existieron varias logias masónicas de las que formaron parte los principales componentes de la sociedad de la época. Lo mismo pasa en Jaén, donde hubo una importante tradición en este sentido. La elección que hicieron para ubicar la fuente en plazas principales, como la Glorieta en Águilas, el Paseo de la Castellana en Madrid o la Plaza del Deán Mazas en Jaén, es una práctica habitual de ocupar el espacio urbano con representaciones de sus símbolos principales como una muestra de poder.  La etapa en la que se instala la original en Madrid (1868), de donde saldrían las restante cuando se produce la revolución de “La Gloriosa”, hace pensar de manera inequívoca en una señal de conspiración antimonárquica. Parece posible, porque la escultura se había encargado durante uno de los mandatos de Pascual Acuña Crouselles (1890-1893), alcalde republicano cercano al laicismo con varios mandatos durante el último cuarto del Siglo XIX, teniendo en las diversas corporaciones concejales masones. Igualmente, Carlos Clementson Beck (1850-1927), ingles filántropo, que hizo una donación para comprar los terrenos del actual cementerio, así como para la construcción de la fuente, parece estar vinculado también con el colectivo masónico. Otra señal de naturaleza masónica puede verse en la división que presenta el jardín en ocho calles, las cuales se dirigen al espacio central donde está la escultura. La concepción geométrica del  mundo es uno de sus principios. El trazado de la ciudad de Washington, donde las avenidas forman un octógono, se realizó usando este criterio por haber pertenecido muchos de los fundadores de la nación a este grupo. En Águilas, el concepto principal sería el de cuadratura   del círculo, por la forma de la Plaza. Indicar que esta fue proyectada también bajo la alcaldía de Pascual Acuña, por lo que se produce una nueva conexión que viene a ratificar dicha teoría. El cuadrillero resultante cuenta con ocho calles radiales que conducen a un ónfalo central, donde se concentran y coexisten dos fuerzas universales de carácter opuesto que rivalizan. 

Por encima de todo, la pava de la balsa tiene un enorme valor sentimental para los aguileños, quienes la visitan siempre que pasan una temporada fuera del pueblo. Ha sido desde siempre un punto de referencia para quedar, especialmente para los enamorados, siendo tradición la de tocar el agua de la fuente después de besarse cuando se comenzaba una relación, para así darle prosperidad. Por ello, era frecuente ver muchas parejas besándose delante de la escultura.

Todos estos misterios impregnan, de manera especial, el ambiente de este bello rincón tan querido por los aguileños, acentuado  por la fragancia de las flores que tiene su jardín, manteniendo en el tiempo la magia de los recuerdos y vivencias que alberga para tantas generaciones.

VOLVER A ARTÍCULOS