28/03/2020

Los Inicios de la instrucción pública en Águilas Siglos XVIII-XIX

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Hasta el Siglo XVIII, la educación se limitaba a una formación orientada a órdenes religiosas o actividades de índole mercantil y profesional en un estamento privilegiado.  Durante la Ilustración se desarrolla un sistema educativo para la población desde una perspectiva utilitarista que se inicia en Prusia, usándose de modelo en el resto de países.  En España, la enseñanza había correspondido desde la Edad Media a la iglesia o las instituciones de caridad, apareciendo ahora una concepción estatal. De esta manera, en 1771 con Carlos III queda regulada la actividad de los maestros de primeras letras. Igualmente, dispondrá en 1783 el establecimiento de escuelas para niñas donde aprendieran doctrina cristiana, lectura, fundamentos aritméticos y trabajos de labor. La iglesia responderá con una ampliación de la enseñanza religiosa por la importancia de mantener el control moral de la sociedad.

El inicio de la instrucción pública en Águilas está relacionado con la apertura de la iglesia de la Purísima Concepción y el Señor San Indalecio (1790). La Diócesis de Cartagena nombró como sacristán a Pedro Vicente Abarca, quien comenzará a impartir clases de gramática y primeras letras. El censo de 1797 ofrece una información completa sobre la escolarización a finales del Siglo XVIII en el término municipal de Lorca, con una relación indicando las escuelas, los maestros que las atienden y el número de niños que asisten. En el caso de Águilas, aparece Pedro Vicente, de treinta y cuatro años de edad, con 30 niños. Otra relación que se publica seis meses más tarde incluye de nuevo este maestro en la población con 32 discentes. El sueldo era pagado por la corporación local, recibiendo un real y medio diario y cobrando media paga a los hijos de los jornaleros. De la enseñanza de niñas, las conocidas como escuelas de labor, se recogen dos en el término de Lorca, habiendo una de ellas en Águilas a cargo de Josefa Guerrero con un pupilaje de 12 niñas.  En aquellos momentos la nueva población contaba con una población total de 2476 habitantes. 

La enseñanza se interrumpirá con la invasión Napoleónica (1808), quedando Águilas sin docentes durante varios años por la precaria situación en que quedará el país, entrando en declive la población. Habría que esperar hasta la constitución de Águilas como municipio independiente para solucionarlo (1834). El nuevo consistorio acordará en julio proveer y presupuestar una plaza de maestro de primeras letras, no habiendo colegio entonces. Francisco Martínez, que ocupaba el puesto, abandonará por no tener el ayuntamiento la competencia de arbitrios, no pudiendo pagarle su retribución. En septiembre aparece la dotación. Los padres reclamarán la vuelta del docente, asignándosele en octubre un sueldo de seis reales diarios. No estará mucho, pues al año siguiente se marchó de la población. 

En marzo de 1836, el ayuntamiento, al mando de Pedro Sánchez- Fortún, aborda el problema de la enseñanza de las primeras letras, nombrando con carácter interino al único maestro de la localidad, Antonio García Duran, asignándosele una remuneración de tres reales diarios. Igualmente, se expone que la maestra de niñas no era titulada, siendo necesaria nombrar una conforme a la ley, con una dotación de quinientos reales y que para esta plaza se daba un mes para presentar sus memoriales las interesadas. Mediante Real Orden, se establecía el 21 de julio la Ley de Organización de la Enseñanza Primaria. En diciembre, comprobando la buena labor de Antonio García como maestro y la dirección del presbítero Francisco Molina, Catedrático de Humanidades, maestro de Matemáticas, Ortografía y Traducción Francesa, se acuerda la propiedad del título de maestro al primero con tres reales y otros tres al segundo, conviniendo enseñara a los más aptos Aritmética Mercantil, Algebra y Geometría tan útiles para el comercio y el pilotaje, lo que podría darles una profesión de provecho. Posteriormente, de acuerdo con lo prevenido en el artículo 31 de la ley de 21 de julio de 1838, donde el Gobierno autorizaba la implantación del Plan de Instrucción Primaria, se crearía en la localidad la Junta Local de Primera Enseñanza. En 1839, el ayuntamiento, para conocer la eficacia de la enseñanza, ordena que se proceda a un examen público de los niños.

El pleno, presidido por Pedro Jacinto Gris, aprobará en octubre de 1842 algunas reformas para mejorar la instrucción primaria. Estas comprendían: el traslado de la escuela de niñas a otro local más adecuado, proveer de material necesario, aumentar un real el sueldo de la profesora y establecer una escuela de enseñanza superior mandando un estudiante para su formación al seminario de maestros y Escuela Normal de la Capital, solicitando la correspondiente autorización. El presupuesto municipal de 1843 incluirá lo necesario para la manutención y educación del joven. Hay que señalar que, durante esta época, Águilas no alcanzaba el censo de población necesario para tener este derecho, aunque estaba cerca. También se establecieron una serie de mejoras, entre las que se encontraban: trasladar a los niños de la escuela a otro local más apropiado, al ser perjudicial para la salud de aquellos, prever la misma escuela de los útiles necesarios y aumentar el sueldo de la maestra de niñas con un real más. No obstante, la enseñanza era tan deficiente que ese año ningún alumno pudo ingresar en la escuela de maestros de Murcia en julio de 1844.

Micaela Martínez, entonces maestra de niñas, solicitará en 1841 que como carecía de título se le fuera concedido o le renovaran en sus atribuciones, siendo la petición aceptada por el consistorio por el servicio que realizaba de haber estado enseñando a niñas pobres sin que recibiera ninguna retribución, expidiéndosele el título por el secretario municipal y otorgándole la asignación acordada por la Diputación Provincial. En esta época, seguía el colegio de niños a cargo de Antonio García Durán y el de latinidad, primeras letras y matemáticas del presbítero con Francisco Molina, quien contaba con una dotación de doscientos ducados anuales pagados con fondos del ayuntamiento. La previsión de gastos del consistorio para 1842 ascendía a 2.935 reales, de los cuales 2.200 eran para el maestro de primeras letras, y los 735 restantes para la maestra Micaela Martínez. El maestro Antonio García Duran tendrá que reclamar en 1843 los atrasos que no había recibido del periodo correspondiente a 1837-1843. Dicho maestro fue sustituido por Juan José Duarte como profesor de instrucción primaria de la localidad en 1844. En 1848, el alcalde Antonio Rostán propone la constitución de la Comisión Local de Instrucción Primaria, quedando integrada bajo su presidencia por dos vecinos cualificados y dos Regidores, actuando de secretario el mismo del ayuntamiento, Juan Jiménez. El analfabetismo entonces era una lacra. La Junta Local de Escuelas se reorganizará en 1852 con Domingo Rex, Tomas Coll, Antonio Fortún y el cura Juan Antonio Munuera. Este último tenía abierta una escuela. Desde el organismo, se solicitará al Estado la ampliación de escuelas, haciendo constar dentro del expediente que el pueblo tenía 6.788 habitantes y solo dos escuelas. Cuando se promulgó la Ley Moyano en 1857, que establecía la enseñanza obligatoria de seis a nueve años, resultaba ya desfasada y atrasada en su programación comparada con los principales países europeos. En 1858 se apunta que los niños de diputaciones rurales no van a la escuela. En 1859 es designado por el Rector de la Universidad de Valencia, Gabriel Litrón, maestro de la escuela del Cocón, con un sueldo de 2.500 reales al año.

En 1860 se publicó el primer censo con datos sobre analfabetismo y el enorme retraso de España se hizo estadísticamente evidente, con un 80% de analfabetos, situándose lejos de la mayor parte de los países europeos, como Bélgica, Austria e Italia. La persistencia de la política de los gobiernos moderados agravó la posición relativa de España, dejando que la alfabetización fuese su asignatura pendiente. En abril de 1863 se abre un expediente para la adquisición de unas casas para la construcción de escuelas y viviendas para profesores en la propiedad de María Hernández, requiriendo ayuda de la Diputación Provincial. Para cumplir con las disposiciones del decreto de 14 de octubre de 1868, en agosto de 1869 se procede al nombramiento de la Junta Local de 1º enseñanza resultando: Hilario Gris, Ángel Rostan, Juan Navarro Rosas, Juan Herrero, Ventura Gris López, Juan Antonio Sánchez -Rostán, Pascual Acuña, Francisco Serrano y Carlos Larios. Esta propondrá como maestra de niñas a María Pla. La enseñanza por entonces era muy deficiente.

No habrá cambios hasta el último cuarto Siglo XIX. El “Diccionario geográfico, estadístico, histórico de España y sus posesiones de Ultramar” (1881) de Pablo Riera y Sans, indica respecto a la instrucción pública que Águilas tenía dos escuelas, una de niños y otra de niñas, pagadas por fondos municipales, asistiendo a la primera de ochenta a noventa niños y a la segunda de ciento veinticinco a ciento treinta niñas. Había además otras seis escuelas particulares de ambos sexos, muy concurridas, con un número indeterminado de alumnos. Lo mismo puede decirse del medio rural, donde se dispone en 1886 de una escuela en Tébar y otra en Cope, con una dotación de 625 pesetas, y el traslado de la de Los Arejos al Cocón por considerarse un lugar más adecuado. En cuanto enseñanza primaria, en diciembre de 1888 el Diario de Murcia denunciaba que se debía once meses de personal y material. No se entendía, puesto que se había hecho el ingreso en la intendencia de Hacienda por el delegado, sin que hubiera habido ningún tipo de retención por la intervención, competiendo el problema al ayuntamiento.

Un aspecto a destacar es la labor de las logias masónicas de la localidad, por sus ideas filantrópicas. De esta manera, la “Nueva Urci“ desde 1883 tendrá una escuela laica para hijos de obreros, con la intención de propagación de la sana instrucción y moral, llegando a contar con 108 alumnos de matrícula. El 1890 presentaba cincuenta alumnos de catorce a veinte años. Se procuraba, en dicha escuela, no sólo enseñar a leer, sino educar, inculcando sabias doctrinas, consejos que lleven al amor, al trabajo y a la virtud. Igualmente, la logia “Flor del Valle” creo la suya en 1887, también para enseñanza gratuita de obreros. Hacían ambas una eminente labor social, pues de 10.042 habitantes censados en Águilas en 1887 no sabían leer ni escribir 8.282.

La primera academia que hubo en Águilas para primera y segunda enseñanza fue el colegio San José, fundado por el cura Antonio Mulero Ángel (1886). En un principio estaba en El Placetón. Los alumnos eran examinados en el Instituto General Técnico de Murcia. Para la apertura del curso de 1889, el profesor y cura Natalio del Toro dará el discurso «Refutación del darwinismo con argumentos sacados de las investigaciones de las ciencias físicas y naturales y de las metafísicas morales».  La alcaldía de Pascual Acuña presenta una moción, en septiembre de 1890, para dotar a la localidad de un colegio de primaria y segunda enseñanza. Como consecuencia, se acordó declarar establecimiento oficial el Colegio San José que dirigía Antonio Mulero con una partida de 3.000 pesetas, teniendo a cambio que impartir enseñanza gratuita a veinte niños pobres. En octubre de 1891 se dará una subvención de 119,20 pesetas para la matrícula y libros de los dos alumnos de primera enseñanza que habían de pasar a la segunda. Las asignaturas impartidas en 1898 eran Instrucción primaria en sus grados, párvulos, elemental y superior. Segunda enseñanza, todas las asignaturas hasta hacer el Grado de Bachiller. Curso preparatorio para carreras especiales y las conocidas entonces como asignaturas de adorno (Francés, Inglés, Dibujo, Música y Gimnasia). Las clases de instrucción primaria empezaban el uno de septiembre, las de segunda enseñanza, carreras especiales y de adorno, el uno de octubre. Por esta época se encontraba en la calle Carlos III. Un aspecto importante por su labor educativa será la creación de la Banda Municipal de Música (1896).

La enseñanza estatal, por otro lado, se encontraba en una precaria situación. En 1891 la Paz de Murcia informaba que se adeudaba por atrasos a los maestros ocho meses de personal y once de material y de alquileres. Indicar sobre las escuelas rurales en el Cocón, Cope y Tébar que funcionaban desde hacía ocho años que en 1893 la corporación planteo cerrarlas por no resultar prácticas, después de efectuar un informe. Los motivos eran la dispersión de la población, unido al escaso interés que se tenía en la instrucción de los hijos que se ocupaban en faenas agrícolas. Otro problema era que muchas ocasiones no se podían cubrir las vacantes o se renunciaba a ellas. El mantenimiento de estos centros era de 4.000 pesetas del presupuesto municipal, por lo que se estudiaba invertirlos en las del casco urbano. Dicho informe se remitió después de aprobarse a la Junta Provincial de Instrucción Pública.

El siglo XIX acabara con una estampa desoladora del `profesorado de la población.

Diario de Murcia 13/12/1897

Los profesores de Instrucción Primaria de Águilas, suplican al señor Gobernador Civil de la provincia que les atienda, que se haga cargo de su miseria y tristísima situación, pues se les deben dos años de sus modestos sueldos.

Hacemos también nuestro el ruego último de estos maestros y no dejaremos de publicar este suelto en nuestras columnas mientras no sean atendidos dichos profesores.

No será algo inédito en el panorama nacional, por lo que se acuñará una frase popular que decía “pasas más hambre que un maestro de escuela” una realidad que distaba mucho de acabar por encontrar una pronta solución.

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