15/08/2019

Los murcianos en Mauthausen-Gusen

Compartir en Facebook Compartir en Twitter

Como ya sabréis, el pasado viernes el Gobierno publicó en el Boletín Oficial del Estado (BOE nº 190, de 9 de agosto de 2019) los nombres de cerca de 4.500 españoles que fueron asesinados en el campo de concentración de Mauthausen y en sus subcampos, entre ellos el de Gusen.

            El campo de Mauthausen estaba ubicado en la Austria anexionada al Reich, a orillas del río Danubio y en las afueras de la ciudad del mismo nombre cuyos habitantes en aquellos tiempos no vieron los trenes que llegaban cargados de prisioneros, ni las chimeneas de los crematorios que escupían las llamas de noche y de día, ni escucharon los gritos de furia de los nazis, los alaridos de los prisioneros torturados, los disparos continuos de las balas. Ni siquiera se plantearon por qué el crematorio del pueblo estaba en funcionamiento de manera constante.

El sistema de campos de concentración nazis llegó a sumar muchos centenares de campos, subcampos y dependencias derivadas; Mauthausen es una de la media docena de nombres que cualquiera es capaz de repetir, junto a otros «famosos» como Auschwitz, Birkenau (que era un campo de exterminio dependiente de éste), Bergen-Belsen, Ravensbrück (campo para mujeres), Dachau (el campo donde aprendían a matar los y las SS), Treblinka (campo de exterminio donde la duración media de la vida de los presos era de media hora), y demás. A Mauthusen le conocieron como «el molino de huesos» por la extremada dureza de las condiciones de los presos, muchos de los cuales eran obligados a trabajar en una cantera subiendo piedras de muchos kilos de peso en un auténtico exterminio cotidiano.

Cómo tuvo que ser, que hubo presos que después de ser trasladados a Mauthausen pedían regresar a Auschwitz. No lo digo yo, lo dice el historiador David Wingeate Pike en un excelente libro, que me parece imprescindible para conocer la materia, y que se titula Españoles en el Holocausto. Porque Mauthausen fue el destino de una gran mayoría de españoles capturados por la Gestapo por sus actividades antinazis. Comunistas, socialistas, anarquistas, nacionalistas o republicanos en general, que en 1939, tras la derrota en nuestra Guerra Civil, pasaron a Francia. Muchos de ellos fueron internados por los franceses en campos sin ningún tipo de condiciones, como el de Argelés, en una maldita playa y sin nada más que alambradas que les rodeaban. Cuando los nazis invadieron Francia sus carceleros les pidieron ayuda, y ahí que se fueron muchos de ellos, tanto hombres como mujeres, a las filas de la Resistencia, a combatir contra los nazis.

Si Mauthausen era el infierno, el subcampo de Gusen, uno de los que dependían de él, era el colofón. Trabajos forzados al límite, condiciones de hambre, frío y palizas inimaginables, torturas de todo tipo para exprimir hasta el final a aquellos luchadores. En Gusen es donde murió la mayoría de nuestros compatriotas.

El Gobierno ha publicado un listado de muertos –de asesinados– proveniente de los registros de Mauthausen, al que se suma un segundo listado de asesinados en otros campos como Auschwitz, Dachau, Bergen-Belsen, Ravensbrück, Neuengamme... con el objetivo de poder declararlos legalmente muertos en el plazo de un mes, si sus parientes no formulan ninguna alegación.

Suman un total de 4.427 españoles. Y en este caso el masculino genérico ha cumplido a la perfección con su tarea de invisibilizar a las mujeres, ya que en esta lista no sólo hubo hombres. Hay doce mujeres, cuyos nombres me veo obligado a citar ya que nadie se acuerda de ellas: Ana Inés Cohen, Rita Cerón, Remedios Muñoz, Paz Ruiz, Eugenia Vecina, María Alonso, Irene Horschitz, Simona Paquita Lelouch, Luz Higinia Martos, Marie Nicolas, María Leonor Rubiano y Françoise Usandizaga. Dos madrileñas, una de Teruel, tres de Ciudad Real, una de Almería, dos navarras, dos guipuzcoanas y una asturiana. En este listado de 4.427 personas no hay ninguna mujer de la Región de Murcia, aunque posiblemente las habría entre las supervivientes o entre las que fueron enviadas al instante a la cámara de gas.

Los asesinados en el complejo de Mauthausen provienen de las cincuenta provincias españolas, sin ninguna excepción, y sumando además a Ceuta y a Melilla. De ellos, 234 provenían de la Región de Murcia; todos eran hombres, como acabamos de decir, y la inmensa mayoría fueron asesinados en Gusen.

            De los actuales cuarenta y cinco municipios con que cuenta la Región de Murcia, el que encabeza este listado macabro de asesinados es el de Murcia, con cincuenta asesinados; en el momento de ser registrados en Mauthausen, el campo principal, casi la mitad de ellos –veintitrés– dijeron ser de la propia Murcia; los demás mencionaron otras ubicaciones: cinco dijeron ser de Santomera (sin apellido), cuatro de Monteagudo, tres de Barqueros, otros tantos de Beniel; dos eran de Algezares, dos de Aljucer, dos más de Cabezo de Torres. La Albatalía, Cañada Hermosa, El Palmar, Espinardo, Torreagüera y Zeneta entregaron un hijo cada uno al Holocausto.

            El siguiente municipio es Cartagena, con treinta y seis víctimas registradas. Veintiuno afirmaron ser de la propia ciudad, mientras que los demás dejaron constancia de sus pedanías, lugares o caseríos. Seis de los asesinados eran de El Algar, tres de Estrecho de San Ginés,  uno de Cuesta Blanca, otro de Pozo Estrecho y otro de La Torre de Nicolás Pérez. Y me estoy imaginando a esos presos delante del escritorio donde los altivos SS, o quizás algún preso español reclutado para la oficina, iban tratando de acoplar en sus papeles burocráticos las circunstancias y pensamientos de aquellos héroes a quienes iban a asesinar.

            –Nacionalidad.

            –Soy español. Republicano.

            –Provincia.

            –Yo vengo de La Torre de Nicolás Pérez.

            –¿Y eso dónde está?

            –Al laíco de Cartagena.

            –Provincia de Murcia –añadiría por su cuenta el preso de la oficina, temiendo por la cabeza de su compatriota.

            –Qué Murcia ni qué pijo. 

Hemos sumado aquí a otra persona que quedó registrada como oriunda de «La Loma del Aragal», confiando en que se tratará de Las Lomas de El Algar... y a otro que afirmó venir de «Losegado»...

–¿De dónde has dicho que vienes, español?

–De Los Segados –repetiría el preso, con un punto de desdén mientras el nazi trataba de afilar sus oídos teutones sin detectar las eses.

–Qué provincia es.

–Ya estamo con la provincia de lo cojone.

            El tercer municipio por número de asesinados en el complejo de Mauthausen es Mazarrón, con nada menos que treinta y tres víctimas, una de las cuales especificó que él era del Puerto de Mazarrón.

            –Hijo y nieto de pescadores. Combatiente republicano y devoto de nuestra Purísima Concepción.

            Este municipio fue uno de los primeros en rendir homenaje y erigir un monolito a sus hijos víctimas del Holocausto.

            Veintidós deportados le dijeron a las SS que venían de Lorca, cifra a la que hay que sumar una persona que se declaró oriunda de Ramonete y seis más que dijeron que eran de Puerto Lumbreras: recordemos que en los años cuarenta a este municipio aún le faltaban casi dos décadas para emanciparse. Pero ahí estuvieron sus embajadores, derrotados de dos guerras pero no perdedores, altivos como el castillo de Nogalte. También quiero ver altivos a los lorquinos, burlones con ese humor negro que a veces sacamos las personas, vistiéndose el uniforme de preso –el drillich– con rayas azules y blancas, blancas y azules... pidiendo con guasa teñirse los uniformes para no llevar el color del otro Paso mientras se reían de sí mismos, de su desgracia y de aquellos hijos de puta que les habían derrotado pero no habían conseguido vencerles.

            Catorce de los asesinados provenían de La Unión, cinco de los cuales eran de Portmán; ocho eran de Cehegín, siete de Jumilla, seis –como se acaba de decir– de Puerto Lumbreras; de Mula también fueron asesinadas seis personas, una de las cuales especificó que él era de La Puebla de Mula. Totana y Bullas perdieron a cinco hijos cada una; el mismo número que dio Águilas.

            Los cinco aguileños asesinados por los nazis en el complejo de Mauthausen perdieron la vida en Gusen entre mayo de 1941 y enero de 1942:

            El 10 de mayo de 1941 fue asesinado José Mateo Garrido, de 35 años de edad; el 29 de septiembre mataron a Ángel Sánchez Cañas, de 43 años; el 5 de noviembre asesinaron a Andrés Pérez Díaz, de 32 años; el 10 de diciembre mataron a Antonio Muñoz Navarro, de 24 años; y el 3 de enero de 1942 fue asesinado Ginés Miras Melenchón, también de 24 años de edad.         

            Toda la Región de Murcia aportó combatientes a los campos nazis. De Yecla asesinaron a cuatro personas; de Moratalla tres; otras tantas de Calasparra y otras tres Fuente Álamo, una de las cuales venía de Balsapintada.

            Hubo dos víctimas mortales de cada uno de los siguientes municipios: San Pedro del Pinatar, San Javier, Molina de Segura, Blanca. Las Torres de Cotillas también entregó la vida de dos de sus hijos, y le hemos sumado un tercero que consta como de «La Loma», sin que nuestra falta de cultura nos permita ir más allá.

            Por último, la guadaña de la muerte que en Mauthausen y Gusen funcionó a una velocidad insoportable se llevó a un combatiente de cada uno de estos pueblos: Torre Pacheco, Librilla, Alguazas, Alcantarilla, Albudeite, Alhama, Caravaca, Cieza y Ricote.

Treinta de los cuarenta y cinco municipios de nuestra Región perdieron al menos a una persona en el complejo de campos de concentración de Mauthausen, a los que habría que sumar los miles que fueron asesinados en los centenares de emplazamientos similares que los nazis extendieron por media Europa como una epidemia sucia y malvada.

            Nuestros compatriotas murieron de hambre, enfermos, por los malos tratos, exhaustos por el trabajo inhumano que debían realizar, abandonados por Franco y Serrano Suñer, que dijeron que los exiliados no eran españoles, que no tenían patria; olvidados también por su presunto camarada Stalin, que hasta junio de 1941 era aliado de Hitler y que no movió ni un dedo por aquellos españoles, tantos de ellos comunistas, que habían combatido al fascismo primero en España, luego en Francia y lo iban a seguir haciendo en el corazón del Tercer Reich.

            He querido pasar revista, y rendir homenaje, a estos combatientes por la libertad que fueron asesinados en aquel infierno sin sentido del Holocausto, en aquellos molinos de la muerte ubicados junto a un Danubio que dejó de ser azul y se tiñó del gris de las cenizas de nuestros paisanos.

Descansen en paz los de aquí, los del resto de España y los de todos los países masacrados. No les olvidemos. Y no olvidemos que, lo que pasó un día, puede volver a pasar. Ahí está Yugoslavia, ahí está Ruanda, ahí están las políticas del odio, de los miedos, de las vallas, que no me dejarán mentir.

 

Antonio Marcelo Beltrán

VOLVER A ARTÍCULOS