25/02/2018

MENORES DE 14 AÑOS

Compartir en Facebook Compartir en Twitter

Las  noticias, en su gran mayoría, cuestan digerirlas. En los últimos meses, casi años, tenemos un monólogo catalán que, por lo menos a mi, ya se me hace pesado. Pero además de eso, los medios de comunicación tienen un filón enorme en la larga lista sucesos que a diario ocurren en toda España.

Estas últimas semanas se han dado dos noticias que han salido en primera plana de todos los informativos, como han sido los homicidios de tres personas por parte de menores, todos en Bilbao, pero en dos casos distintos, siendo la principal hipótesis de ambos que, a la hora de cometer un robo con violencia por parte de menores de edad, se produjo el homicidio de las personas que pretendían robar. En el primer caso, dos niños de 13 y 14 años, mataron a golpes a un hombre de 43 años para robarle, mientras que en el segundo caso, hace unos días, tres menores, dos de 14 y uno de 16 años, mataron a dos ancianos durante un robo en  la vivienda de estos últimos.

Y ahora la pregunta del millón,¿es normal que ningún partido político se plantee la reforma de la ley del menor?, y pregunto esto porque no he escuchado a ninguno pronunciarse sobre ello en sentido positivo. Reconozco que soy de los que pienso que no es bueno legislar en caliente, y, sobre todo, de los que piensan que la reinserción  en menores debe ser fundamental a la hora de imponer una condena, pero también creo que el no haber una actuación desde el sistema penal con menores de 14 años que cometen delitos es una auténtica burrada.

En los últimos años, y cada vez más habitualmente, niños de 12 y 13 años cometen actos delictivos. Hurtos, robos, extorsiones a otros menores, pequeños menudeos,  agresiones, lesiones o portar armas blancas con fin intimidatorio, son algunos  de los ejemplos que cada vez son más habituales. En esa franja de edad, que no haya condena penal alguna puede ser entendible, pero no es comprensible que no se actúe con esos menores desde las mismas instituciones penales, dejándose así cualquier posible actuación sobre los servicios sociales del respectivo ayuntamiento, y normalmente esa actuación se lleva a cabo por orden de fiscalía de menores cuando el hecho delictivo por parte de los menores inimputables ha sido muy grave, si no olvídense de que se actúe sobre ellos.

Los menores de Bilbao son sólo un ejemplo de lo que puede suceder en cualquier municipio de España. Se conocen sus pequeñas actividades delictivas desde los 11 ó 12 años, no se actúa sobre ellos ni se retira la custodia de sus familias, las cuales normalmente no tienen el mínimo interés sobre la educación de sus hijos, no reciben ningún castigo por su actitud, y al final, en ocasiones, sus delitos pasan  ser muy violentos y pueden acabar como los casos de Bilbao.

En mi trabajo he visto como muchos menores no vuelven a delinquir, al igual que otros, al final una minoría vuelve a reincidir. Pero el porcentaje de reincidencia se eleva considerablemente cuando el menor procede de familias desestructuradas, cuando ha empezado a delinquir a edades muy tempranas y no se ha actuado sobre él, cuando sus familias no se preocupan ni de la asistencia de sus hijos a clase, y casos de esos cada vez son más habituales que haya en cada uno de los pueblos de nuestra querida España. Y mientras pasa todo esto, el sistema falla y no da una respuesta efectiva, ya que no se actúa ni contra esos padres ni en el proceso educativo del menor, elevando la sensación de impunidad del chaval, engrandeciéndolo, y falla el sistema también porque a la no reeducación del menor hay que añadir el sentimiento de injusticia, impotencia y desprotección que acompaña a la víctima y su entorno cuando sufre el delito, y reconozco que esa sensación es cada vez más habitual encontrársela en la calle.

Creo firmemente que la ley del menor debería modificarse para actuar de forma conjunta contra los menores de 14 años, no ya de forma punitiva y sancionadora, sino implicándose en la reeducación de éstos, desde las mismas instituciones penales, con medidas preventivas y resocializadoras, tales como la actuación directa en su entorno educativo, terapias específicas de apoyo sobre el menor y su entorno, retiradas de custodia a los padres en los casos más extremos, y muchas otras actuaciones que se dictaran como obligación por parte del sistema penal, y que todas tuvieran únicamente un carácter reeducativo, encaminado a evitar lo que está sucediendo, que no es otra cosa que cada vez la edad de comienzo delictivo es inferior, que casos extraordinarios de niños delincuentes con edades muy tempranas, que antes sucedían en grandes ciudades,  hoy se producen en casi cualquier pequeño municipio de España, y que si no se realiza una modificación que implique una mayor voluntad por solucionar esa problemática estaremos construyendo un futuro muy complicado tanto a ese menor, como al que se cruce con él.

VOLVER A ARTÍCULOS