Un año más, el hall del Auditorio y Palacio de Congresos Infanta Doña Elena vivió la emoción de un acto literario con la presencia de casi un centenar de personas que quisieron asistir en directo al anuncio de los galardonados en el Premio Águilas de Relato Breve, un certamen en el que se presentaron trescientas narraciones.
El hispano-cubano afincado en la localidad catalana de Badalona, Arturo López Zamora, fue el ganador con el relato “Cleptomanía”, dotado con 2.000 euros. El escritor, visiblemente emocionado, agradeció al jurado la decisión tomada, dedicando este premio a su mujer y a su hijo que por motivos personales no pudieron acompañarle. Asimismo, hizo un repaso del relato premiado en el que expone el caso de una niña cleptómana que necesita comprender lo que le pasa, necesitada de un amor que no llega. Licenciado en Derecho, Arturo López Zamora, hizo un alegato en defensa de estas personas que son consideradas delincuentes cuando lo que realmente padecen es una enfermedad. También confesó a los presentes que, en un primer momento, el personaje principal era un hombre de más edad, pero que muy pronto se percató de que no expresaba lo que él quería decir. Así pues, con el cambio a esa niña, el relato ya pudo conseguir toda su fuerza.
El segundo premio, dotado con 500 euros, fue para el valenciano Manuel Giménez González con el relato “Historias de un tiempo sin retorno”, una historia donde la muerte está muy presente, desde un punto de vista muy peculiar, con un personaje también especial que se ve envuelto en una situación que no puede controlar. Médico de profesión, Manuel Giménez quiso estar presente en el evento, agradeciendo en primer lugar al jurado por haber seleccionado su obra y explicando los pasos que le llevaron a escribirla.
El tercer premio, también dotado con 500 euros, fue para el asturiano Fernando Méndez Germain con el relato titulado “El rugido”, en el que un personaje solitario que no encuentra sentido a la vida se tropieza con el destino que le pone en bandeja una oportunidad para abrir la mente que lo llevará a descubrir lo más salvaje de nuestra existencia. El galardonado envió unas palabras de agradecimiento hacia el jurado y el Ayuntamiento, manifestando su intención de visitar la ciudad de Águilas lo más pronto posible. También puso en valor todo el trabajo que comporta la organización de un certamen de este tipo en “estos tiempos difíciles donde la literatura está asediada por la cultura de las pantallas y por estímulos inmediatos”. Para acabar, recordó unas palabras de Manuel Delibes en las que decía que “un pueblo sin literatura es un pueblo mudo”.
En el acto estuvieron presentes el concejal de Cultura, José Antonio Consentino, el de Hacienda, José Manuel Gálvez, el de Educación Ambiental y Agenda 2030, Ginés Desiderio Navarro, y otros miembros de la corporación aguileña, así como miembros del jurado y su presidente, José Asensio. José Antonio Consentino, fue el encargado de hacer la entrega de los tres obsequios, unas cerámicas en forma de erizo obra de Lola Calvo realizado en el taller de Montse Rayado (Arcaduz) en Águilas. El edil aguileño destacó en su discurso la importancia de la literatura en su forma más amplia, desgranando exhaustivamente los pormenores de los tres relatos premiados. En ellos supo encontrar un nexo común, el de unos personajes que poseen características muy particulares, anómalas, en cierto sentido, en el que es un viaje entre la vida y la muerte.
Por su parte, el presidente del jurado, José Asensio, lamentó la coincidencia con la concentración en contra del genocidio en Gaza, agradeciendo inmediatamente después el apoyo y el compromiso tanto del Ayuntamiento de Águilas como de su concejal de Cultura, de los miembros del jurado y de todas las personas que lo hacen posible todos los años. Asensio destacó la importancia de la literatura por su efecto terapéutico, que se produce tanto en el lector como en el escritor y que es completamente recíproco. También ese efecto sanador de la lectura de los relatos que llegan al certamen por parte de los miembros del jurado y el que se produce también cuando el lector tiene la posibilidad de contactar con el escritor para compartir sensaciones.
Durante el acto de entrega de los premios, un miembro de los asistentes a la concentración contra el genocidio en Gaza hizo su aparición en el hall del auditorio pidiendo permiso para poder decir unas palabras. En ellas destacó la relación de la literatura con la cultura de la paz recordando el asesinato indiscriminado de niños y niñas en esa zona del planeta. Antes de despedirse, dejó una bandera palestina en un lugar visible, siendo aplaudido por los presentes.
Esta novena edición del Premio Águilas de Novela estuvo amenizada por el dúo Saxperience, compuesto por Antonio Cánovas al saxofón y Elena Miguélez al piano, en una combinación perfecta y llena de pasión. Interpretaron tres temas bellísimos, uno llamado Tango, de Isaac Albéniz con ritmos de habanera, La Meditación de Thais, de Jules Massenet, con un solo de saxofón espectacular, y Los cuatro muleros, de Joan Albert Amargós, un guiño evidente a la figura de Federico García Lorca.
El presidente del jurado dio por finalizado el acto, no sin antes recordar que los asistentes podían recoger el libro con los tres relatos ganadores de manera gratuita y recordando que el 2026 el certamen literario aguileño cumple diez años y que se está trabajando para que sea del todo especial.